Ha muerto Pascual Pichún. Lonko de la comunidad de Temulemu. Una de las víctimas más notorias del proceso de criminalización de las demandas del pueblo mapuche en nuestro país. Como dirigente del Colegio de Antropólogos de Chile, tuve el honor de conocerlo y ser huésped en su casa, cuando realizamos un informe de Derechos Humanos solicitado por la propia comunidad, luego de una violenta represión y ocupación de fuerzas policiales que se establecieron ahí con el subordinado mandato de proteger la propiedad forestal, mientras se realizaban las faenas de explotación de bosques plantados en un terreno que fuera originalmente mapuche y entregado como merced de tierras por el estado chileno y posteriormente mañosamente usurpado y “legalizado” por los latifundistas vecinos.
En 1999 la directiva del Colegio de Antropólogos no dudó en actuar cuando recibimos la solicitud de la Comunidad de realizar un informe colegiado sobre la grave situación en que se encontraban, tanto por la represión policial, como por la persecución política y el tergiversado relato de los medios de prensa asociados al gran capital.
Convocamos a integrar una comisión colegiada, invitando a los especialistas en el tema. No llegaron todos, pero llegaron.., La comisión la conformamos también, algunos dirigentes del Colegio en el aquel entonces. El Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad la Frontera colaboró con su infraestructura y el aporte invaluable de los colegas que trabajaban allí.
Por participar en la comisión colegiada tuve la oportunidad de conocer la comunidad Temulemu y sus autoridades ancestrales. Fue la primera comunidad mapuche que conocí, lo cual muestra la lejanía que existía en mi época de estudiante en la Universidad de Chile – a fines de la dictadura- respecto a la realidad mapuche. Afortunadamente eso parece haber cambiado. En el transcurso de mi quehacer como dirigente también he podido conocer en la antropología chilena ejemplos de profesionales comprometidosdesde hace mucho -incluyendo a los colegas mapuche que cada día son más - con la superación la visión del otro como mero objeto de estudio (y goce) y han dedicado su vida al conocimiento y la transformación de nuestra ineludible realidad colonial.
Recuerdo que durante nuestra estadía en la comunidad, una noche, en la intimidad de su casa, compartiendo el mate y el kofke, Pascual me miró de reojo y susurró “No confío en ustedes”. Esa interpelación quedó grabada para siempre en mi memoria. Pasaría mucho tiempo antes de entender que la violencia estructural no perdona a los “hombres buenos” como decía Bertolt Brecht. Nada más vano que pretender salir indemne de un conflicto social de tal magnitud desde una posición de “notable”, “justo” o “bueno”, pues somos responsables no sólo de nuestros actos particulares sino también de nuestra historia. La palabras del lonko eran la expresión de un ser social e histórico que no se puede transformar sólo con buenas intenciones ni acciones individuales inorgánicas, sean académicas o profesionales.
Nuestro trabajo continuó y finalmente volvimos a la comunidad a dar conocer el informe (http://www.mapuche.info/mapuint/Temulemu.html), que fue bien recibido por la comunidad y se difundió en todos los medios informativos disponibles para nosotros en ese entonces. Recuerdo la asamblea en la comunidad, donde se evidenciaba la consciencia de sus miembros respecto a su situación, más allá de todo trauma. Un viejo y sabio comunero nos dijo al final de la exposición “¿por qué en el informe usan la palabra tierras si es un territorio, nuestro territorio?”.
En el 2004 cuando fue absuelto del juicio oral, estábamos felices y esperanzados, pero la ilusión duró poco, pues, con posterioridad a la sentencia final, el proceso sería declarado nulo por la corte suprema, por la acción del abogado latifundista Agustín Figueroa.
Con Pascual volvimos a encontrarnos hace unos años, cuando organizamos, desde el Colegio, el seminario “El pueblo Mapuche y la criminalización de sus demandas”. Venía saliendo de la cárcel, recuerdo que al vernos nos abrazamos. Pero quedó una conversación pendiente, Pascual iba como siempre muy ocupado, siempre con un encargo de uno de los suyos o de una actividad como dirigente. Pudimos compartir ese espacio de diálogo público y sentir que estábamos haciendo un trabajo colectivo de discusión y reflexión. No pude preguntarle si ya confiaba en nosotros o simplemente coincidir en la certeza de que nunca seremos buenos en una sociedad injusta.
Comparto el sentimiento de pérdida que su partida deja en su familia, su comunidad, su pueblo y que debería ser compartido por toda la sociedad chilena. Sentimiento que está también en el corazón de mis colegas.
Marichiweu,
Marichiweu PascualPichún
Rodrigo Sepúlveda
Ex – Dirigente del Colegio de Antropólogos de Chile